INVIERNO. OTRA VEZ


Bendita Ingenuidad
December 16, 2008, 4:51 am
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A veces me vienen estos ataques de ingenuidad, como la llaman algunos, fe, otros, en los que me revelo involuntariamente al “estado de la cuestión” e imagino y deseo realidades absolutamente diferentes pero posibles, un modo otro en el que las cosas podrían ser. Esa sensación me fascina y espero que sepan disculpar estas ganas de compartir lo que me sucede, con ustedes.
Cuando iba a postular por primera vez a la universidad, mi cerebro reaccionó al agotamiento meses antes del examen de ingreso con un colapso total en el que me era literalmente imposible pensar. El médico que me atendía para calmar mi ansiedad y frustración ante una de mis primeras experiencias con el vacío, no tuvo mejor forma de retratar lo que me estaba sucediendo más que diciendo una frase que jamás olvidé: tú has venido corriendo una maratón como si estuvieras haciendo los cien metros planos. Luego me mandó a descansar.
En cierto modo, creo que esto es lo que nos viene sucediendo a los peruanos. Estamos avanzando desesperadamente como si hubiera un lugar al cual llegar cada vez más cerca. Y olvidamos que esta es una carrera de largo aliento, en la que hay que medir pulso, respiración, paso, si se quiere llegar lejos.
Siguiendo con la analogía, creo que el pulso estaría bien representado por las decenas de movilizaciones y conflictos sociales que tienen lugar en este momento en el país junto al llamado narcosenderismo. Andamos con el pulso acelerado.
Estamos con los pulmones llenos pero pareciera que nunca es suficiente el oxígeno. Así que respiramos cada vez más, en una especie de absceso agitado de inhalaciones. A veces, cuando cosas emocionantes suceden, sí pues, se nos desborda la respiración, y creo que los peruanos estamos emocionados por muchas de las cosas buenas que nos están pasando, pero ha llegado el momento de empezar a pensar y respirar con calma para poder seguir avanzando. Lo más estimulante de este esfuerzo es que vamos a tener que pensar juntos, que respirar juntos.
En cuanto a nuestro paso se podría decir que está un tanto irregular. En algunas zonas damos unos tan cortos que pareciera que no nos movemos y en otras, pasos larguísimos sin importar que pisemos fango o a una tortuguita. En los casos que deben hacernos sentir orgullosos, vamos con firmeza pero con cuidado de no pisar nada vivo en el camino, bordeando los charcos para así no ensuciarnos. Y luego, cuando volteamos, hay cada vez más gente acompañando y avanzando a nuestro lado.
Hay que empezar a coger nuestro propio ritmo, con el que la mayoría se sienta cómoda y podamos avanzar juntos sin que los más pequeños se desplomen en el camino. No olvidemos que la carrera es larga, tanto así, como que no hay un lugar a dónde llegar.
Vayamos a la región del VRAE donde la situación es extremadamente difícil en estos días. Sendero Luminoso, entre los meses de mayo y octubre, se atribuye 36 acciones en las zonas de San Martín, Huánuco y Ayacucho. Estas son al menos 6 acciones mensuales. Desde mi escaso conocimiento de economía y mi nula participación en la bolsa, solo sé que eso es bastante y que no nos sale a cuenta.
Sin embargo, lo más increíble de todo esto, es que después de décadas de violencia política, de contundentes denuncias que no dejan bien el nombre de nuestras Fuerzas Armadas, después de decenas de miles de muertos, ni escuchamos de un plan de acción que esté contemplando nuestra historia más reciente. En su lugar, no dejo de asombrarme con ese discurso monótono, repetitivo y falto de todo ingenio (en el sentido de inteligencia incluso), carente de algo que nos haga sentir que aprendimos y que esta vez lo haremos mejor. El enemigo sigue siendo la comunidad en su conjunto, algo abstracto pero sumamente peligroso, toda vez que no se logra identificar a los verdaderos actores. La acción más eficiente pareciera que sigue siendo la de matar.
Una familia en la zona del VRAE dedicada al cultivo de la hoja de coca gana alrededor de 250 soles al mes, 92% de los niños de la zona, es decir, 50% de la población total se dedica a esta actividad, recibiendo 3 soles diarios por ocho horas de trabajo. Con la pobreza rapaz que habita en la zona tiene que ser posible elaborar una estrategia integral que saque a flote a una población tan deprimida y que al mismo tiempo reduzca la incidencia del narcotráfico. Estos son destinos prioritarios a los que deberían orientarse los beneficios que trae nuestra tan publicitada bonanza económica.
Imaginen que los cocaleros ganaran 5000 dólares mensuales por cultivar estas hojitas y quisiéramos convencerlos de que abandonen el negocio, ese sí sería un caso realmente difícil de manejar. Esa sí sería historia complicada. Sin embargo, la realidad es que los agricultores son el eslabón más débil pero más necesario del narcotráfico, al quedarse con solo el 1% de los siete mil millones de dólares que genera la comercialización de la droga en el país, según la Dirandro.
Yo no sé ustedes, pero la solución de desarrollar cultivos alternativos en el lugar, me parece que nos está quedando corta. ¿Es posible realmente que nuestra estrategia para sacar a los habitantes del VRAE de este círculo vicioso esté empezando a formar parte del mismo círculo? Para quitarnos un vicio hay que ser radical, para sacarnos el vicio de la violencia en todas sus formas, también hay que serlo. En este caso será pues cortando la lógica del vicio con acciones nuevas, que construyan y demuestren su eficiencia orientadas a generar paz y desarrollo en la zona: muerte ya no puede ser nuestra estrategia. No funciona. ¿O es que si hubieran muerto unos miles más de personas entre los años 1980 y 2000, hoy no nos estaría pasando esto?
Por poner un ejemplo de verdaderos radicales y no de esos que se autodenominan “revolucionarios”, existe un grupo llamado Fuerzas de Paz No Violentas. Se trata de equipos civiles de paz conformados por miembros de la sociedad civil, en su mayoría extranjeros, que se instalan y participan en zonas de conflicto armado o violento, logrando que con su presencia se prevenga la muerte y destrucción de personas y comunidades. Esto da el espacio para que los actores locales encuentren alternativas diferentes desde la noviolencia para solucionar sus conflictos. http://www.nonviolentpeaceforce.org/Revista180_1. Hasta el momento FPNV ha desplegado misiones en Filipinas, Sri Lanka y Guatemala. Grupos análogos, llevan ya acciones similares en Colombia, Nepal y Uganda.
Otro caso interesante es el de las escuelas en Bosnia y Herzegovina del Dr. Hossain Danesh del Education for Peace Institute. El proyecto desarrollado desde el año 2000, se inició con 24 personas en un programa intensivo a nivel comunitario en lo que Danesh llama Educación para la Paz. En respuesta a la cantidad de recursos que los gobiernos, universidades y organizaciones de la sociedad civil destinan al estudio del conflicto, guerras y otros tipos de violencia, Danesh nos propone el desarrollo de un programa para la paz, dedicado a un plan de acción sistemático y sostenible para educar a jóvenes, maestros, padres y líderes en los principios que hacen posible una convivencia pacífica según el contexto particular en el que se encuentren. Digamos conflictos étnicos, guerras de religiones, contextos de post guerra, y por qué no narcotráfico.
El programa piloto iniciado en Bosnia y Herzegovina fue implementado en dos años en seis escuelas de tres ciudades representativas de los grupos étnicos principales de ByH (croatas, servios y bosnios) alcanzando a 6000 estudiantes, 400 miembros de las escuelas y 10000 padres. A partir de este piloto, el programa Education for Peace fue reconocido por líderes del gobierno, estudiantes y maestros de ByH, quienes solicitaron y consiguieron que el programa sea difundido a nivel nacional. http://www.efpinternational.org.

Entonces es que empiezo a imaginar grupos civiles de paz llegando a la zona del VRAE, invitados por algunas de las organizaciones e individuos locales que anhelan una opción diferente para sus vidas pero que aún no encuentran el espacio para pensar claramente y desarrollarlas. Me imagino a gente con un poco menos de miedo de hacer propuestas para salir adelante gracias a que estos cuerpos civiles de paz los acompañan en su proceso, sin intervenir pero presentes. Pienso en un proyecto educativo que aborde frontalmente el problema de la zona previniendo que el niño que hoy cultiva la hoja de coca mañana de el paso obligado y se dedique al tráfico de cocaína. Me imagino líderes preparándose para ser capaces de construir una visión del mundo compartida y basada en la unidad, que como nos recuerda Danesh, es el principio de imaginar un futuro común que no podría más que pensarse en paz pues sino lo común no existiría. Uno se prepara para tener una visión común del mundo y contra lo que muchos piensan, no se nace con ella, mucho menos cuando vives entre dolor y miseria. Me imagino a los más afortunados de estos últimos años, apoyando económicamente y con sus conocimientos este proceso, entendiendo ésta como una manera honesta de decir que uno está comprometido con este país. Y es justo ahí cuando me imagino a unas Fuerzas Armadas no sintiéndose solas y sin opción más que la de seguir una orden con la que quizás no estén de acuerdo, sino como parte de algo mucho mayor. Me imagino a los peruanos haciendo uso excepcional de su capacidad de crear y de redefinirnos una y otra vez, mostrando que lo importante no es pues que cada vez tenemos más, sino que cada vez somos mejores.